El fútbol argentino despide con profunda emoción a Miguel Ángel Russo, una figura que dejó huella tanto en Boca Juniors como en Rosario Central. Su velatorio tuvo lugar en La Bombonera, donde miles de hinchas, familiares y exjugadores se acercaron para rendirle homenaje al técnico que marcó generaciones con su trabajo, humildad y temple. Durante la jornada, el estadio permaneció abierto para el público, que se acercó con flores, camisetas y banderas en señal de gratitud y respeto.
Mientras Buenos Aires se vestía de duelo, Rosario encendía sus luces para despedir a uno de sus ídolos eternos. El Gigante de Arroyito se iluminó en honor al entrenador que condujo al Canalla a la gloria y que, más allá de los resultados, se ganó el cariño de toda una ciudad. En distintos rincones rosarinos, especialmente frente al mural que lo recuerda en el barrio 7 de Septiembre, los hinchas dejaron velas y mensajes de despedida, transformando el dolor en un gesto colectivo de afecto.
El adiós a Russo unió a dos hinchadas históricamente opuestas bajo un mismo sentimiento: la admiración por un hombre que llevó el fútbol en el alma. Entre el silencio solemne de La Bombonera y las luces encendidas del Gigante, Argentina despidió a un símbolo de pasión, trabajo y nobleza.