El derrumbe del consumo empieza a encender señales de alarma en el sector supermercadista de Rosario. Según explicó Sergio Cassinerio, referente de la Cámara de Supermercadistas, las ventas llevan meses estancadas y los negocios operan en un “punto de equilibrio muy delicado” que compromete la rentabilidad de toda la cadena comercial.
“Las ventas están amesetadas y la rentabilidad muy afectada. El consumidor elige cada vez más por precio y termina optando por productos de baja rentabilidad. Ese comportamiento se consolidó y obliga a que todo el sector se adapte”, señaló Cassinerio en diálogo con VersiónRosario.
El dirigente describió un escenario en el que el propio plan económico condiciona a fabricantes y comercios. “Hoy, el éxito del programa económico descansa en la falta de dinero en la calle. El que produce sabe que si aumenta, no vende; por eso no sube precios. Pero esa dinámica frena la rentabilidad y achica los márgenes al extremo”, advirtió.
El sector observa con preocupación lo que ya está ocurriendo en otras regiones del país: cierre de sucursales de gran porte y retracción de empresas históricas. Cassinerio recordó antecedentes recientes que marcan tendencia: la salida de Walmart —el gigante mundial del retail—, el cierre de sucursales de Macro en Rosario y en distintos puntos del país, y el actual proceso de venta de Carrefour Argentina.
“Que compañías globales, acostumbradas a operar con niveles de rentabilidad estables en cualquier parte del mundo, hayan decidido retirarse o desprenderse de unidades en el país es una señal contundente. Eso dice mucho de la realidad del mercado argentino”, remarcó.
Ante la consulta sobre la posibilidad de que este panorama se replique en Rosario, Cassinerio no dudó: “Ya está pasando. Si miramos para atrás, vemos que las grandes superficies vienen reduciendo operaciones desde hace tiempo. Y si el consumo sigue en caída, ese riesgo se profundiza”.
Para los supermercadistas locales, la única estrategia posible es anticiparse a un consumidor que gasta menos y prioriza lo básico. “Tenemos que prepararnos para lo que viene, ofrecer productos que realmente se ajusten a lo que la gente puede pagar y generar propuestas que permitan sostener la actividad. El desafío es enorme”, concluyó.
El temor de fondo es claro: que la baja del consumo empiece a traducirse en cierres definitivos de grandes locales, algo que ya ocurrió en otras provincias y que podría impactar de lleno en el empleo y el movimiento económico de la región.




















