El tramo comprendido entre las localidades bonaerenses de Zárate y Baradero continúa anegado, y el tránsito sigue interrumpido en ambos sentidos de la autopista que conecta Rosario con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Según las últimas actualizaciones, los vehículos que circulan hacia la capital del país son derivados hacia la Ruta Provincial 41 a la altura del kilómetro 142. En sentido contrario, quienes viajan hacia Rosario deben tomar desvíos en inmediaciones de Zárate. Las autoridades recomiendan seguir las indicaciones viales y extremar las precauciones.
Este corte se mantiene desde el pasado domingo, cuando una serie de tormentas intensas afectaron el norte bonaerense y el sur del Litoral. De acuerdo al Servicio Meteorológico Nacional, en algunos puntos de la región cayeron hasta 400 milímetros de agua en pocas horas, generando severas inundaciones en distintas localidades.
La magnitud del fenómeno pone nuevamente sobre la mesa el impacto del cambio climático en la región. Especialistas advierten que eventos de este tipo, antes considerados excepcionales, se están volviendo cada vez más frecuentes. En ese sentido, la directora del Observatorio Ambiental, María Klekailo, explicó que los informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) ya habían anticipado hace más de una década la intensificación de lluvias extremas en esta parte del continente.
“Lo que determina el nivel de daño que puede generar una tormenta no es solo su intensidad, sino cuán preparada está una región para afrontarla”, indicó Klekailo. En ese marco, hizo hincapié en la necesidad de desarrollar planes de ordenamiento territorial a nivel nacional que luego sean implementados por las provincias. “Hay que repensar el uso del suelo en las cuencas. No se trata solo de gestionar la emergencia, sino de evitar que los efectos sean tan devastadores”, remarcó.
Una de las causas que explican los anegamientos sobre la traza de la autopista tiene que ver con la creciente impermeabilización del suelo en zonas que históricamente actuaban como reguladoras naturales del agua, como los humedales. “En la cuenca del arroyo Luján, por ejemplo, el avance de emprendimientos urbanos y actividades productivas ha reducido la capacidad de absorción del terreno”, señaló.
Finalmente, Klekailo subrayó la importancia de contar con sistemas de alerta temprana más eficaces y planes de adaptación concretos frente al cambio climático. “No podemos seguir sorprendidos por lluvias que ya están previstas en todos los modelos. Lo que falta es acción sostenida y planificación estratégica”, concluyó.