El Gobierno nacional anunció que las exportaciones de carne vacuna y aviar quedarán exentas de retenciones hasta el 31 de octubre de 2025, como parte de una estrategia más amplia que ya había incluido a los granos. La medida fue confirmada por el vocero presidencial como un esfuerzo por aliviar la carga impositiva del sector agroindustrial y fomentar la llegada de dólares frescos al país.
A partir de ahora, carnes avícolas y bovinas no pagarán los derechos de exportación hasta la fecha límite establecida, aunque la suspensión podría aplicarse antes si las declaraciones juradas de ventas al exterior (DJVE) registran un monto acumulado de siete mil millones de dólares, o al vencimiento del plazo, lo que ocurra primero.
Si bien la decisión fue celebrada por parte del campo como un paso largo esperado, algunas voces del sector advierten que el alivio puede quedar opacado por otros factores. Desde la Cámara Avícola Santafesina señalaron que el impacto en los precios todavía es incierto, especialmente porque no todos los productores se verán beneficiados de igual modo.
Empresas avícolas anticipan que los costos internos podrían elevarse entre un 5 y un 10 %. Aseguran que insumos esenciales, como los cereales que integran la alimentación animal, están sufriendo ajustes constantes y que muchas firmas ya mantienen precios de venta desde septiembre pasado, sin variaciones, a pesar de la inflación generalizada.
El sector avícola también recordó que, pese a la exención de retenciones, hoy enfrenta obstáculos como la restricción de exportaciones por brotes sanitarios, lo que limita su capacidad para aprovechar plenamente la medida. Hasta que esa suspensión sanitaria se levante, su efecto real sobre la producción y comercialización permanece comprometido.
Para ganaderos y productores de carne vacuna, la novedad implica que los cortes exportados quedarán libres de retenciones, lo que podría incentivar una mayor oferta al exterior y aliviar parcialmente las tensiones cambiarias. Sin embargo, se advierte que aun cuando los componentes fiscales bajen, otros costos de la cadena —la logística, la alimentación animal, la mano de obra— siguen presionando sobre los márgenes.
En consecuencia, aunque muchos productores valoran la medida, también reclaman previsibilidad: exenciones permanentes, políticas estructurales que no dependan de decretos temporales, y mecanismos que permitan ajustar precios de venta conforme varían los costos internos.
En síntesis, la suspensión temporal de retenciones representa un alivio fiscal, pero el impacto en los precios internos de la carne podría ser limitado o demorado. Si los insumos continúan encareciéndose, algunas carnicerías ya advierten que podrían trasladar esos aumentos al consumidor, estimando alzas de hasta un 10 % en los próximos meses.