En la última década la vida parece que solo transcurre a través de las redes sociales y app a fines, logrando que desde un pequeño hasta un mayor no levante la mirada de un celular smartphone en gran parte del día. Los años pasaron y el “enemigo silencioso” fue calando en la sociedad mundial. Como consecuencia: ansiedad, falta de atención, desconexión con el otro y aislamiento social en millones de personas de diversos sectores etarios. Uno de los más afectados, los jóvenes. Es por eso que desde hace un tiempo breve, se comenzó a reemplazar el teléfono actual con antiguos equipos que solo se limitaban a ciertas funciones, que en su momento eran vitales. Como “llamar” o mandar un “mensaje de texto”.
En Argentina se viralizó días atrás una iniciativa de un grupo de padres de Mendoza, que al ver ciertos comportamientos de sus hijos, decidieron tomar cartas en el asunto: “Pacto Parental”. Mientras organizaban actividades por WhatsApp, empezaron a notar un patrón incómodo, ya que grupos se armaban y se desarmaban, con chicos que quedaban fuera de las conversaciones y dinámicas que, sin intención directa, comenzaban a rozar la discriminación.
Ante esta situación, unas 300 familias del colegio San Nicolás, en Luján de Cuyo, se pusieron un acuerdo para retrasar la entrega del primer celular de sus hijos hasta los 13 años y evitar las redes sociales antes de los 16. “Veíamos que los chicos estaban en múltiples grupos que se movían todo el tiempo. Algunos entraban, otros salían. Cuando revisamos los teléfonos, entendimos que ahí podía empezar un caso de bullying sin que nadie se diera cuenta”, contó Guillermo Barletta, responsable de uno de los menores.
En conjunto, los adultos nos pusimos de acuerdo en no entregar un smartphone antes de los 13 años y postergar el acceso a redes sociales hasta los 16. La propuesta también incluye volver a dispositivos básicos, como el clásico Nokia 1100, y mantener comunicación solo por llamadas o SMS, para separar la idea de contacto de la lógica permanente de las apps.
Sobre los avances que se vieron en los niños mendocinos de esa comunidad, Ignacio Castro, uno de los impulsores de la medida, contó que sus hijos lo insultaron al principio pero luego vio cómo rápidamente comenzaron a “jugar con él en la plaza”.
El padre mencionó que entre los celulares elegidos para los chicos había Nokia 110 y 106, celulares reeditados al estilo del 1100, que van desde los 30 mil hasta los 50 mil pesos. Además, el mítico aparato con el juego de la viborita también se puede conseguir en calidad de usado en sitios digitales y en Mercado Libre. Su precio ronda los 40 mil pesos.
Estos aparatos más rústicos y con funciones limitadas evitan que el joven esté todo el tiempo indagando en las aplicaciones actuales de un Iphone o Samsung.






















