La flamante medida de suspender retenciones a las exportaciones de granos y carnes tuvo una vigencia más breve de lo previsto: en solo tres días se agotó el cupo de 7.000 millones de dólares de liquidaciones exentas, lo que obligó al Gobierno a reinstaurar los tributos.
Según fuentes oficiales, los exportadores aprovecharon la ventana impositiva con rapidez, provocando un flujo masivo de ventas que superó el límite establecido. Al alcanzar ese techo, las operaciones posteriores volvieron a quedar sujetas a los derechos habituales.
La medida del Ejecutivo había sido presentada como una forma de incentivar la liquidación de divisas en momentos de presión cambiaria. Sin embargo, su efecto fue tan contundente que la capacidad para mantenerla resultó inviable.
Productores y entidades del campo reaccionaron con malestar. Muchos pequeños y medianos ya habían vendido stock previo, sin expectativa de beneficiarse de la exención. En cambio, quienes contaban con reservas pudieron liquidar sin tributación en un plazo muy breve.
La reaplicación de retenciones implicará ajustes inmediatos en las operaciones internacionales. Exportadores deberán recalcular precios y márgenes, mientras que agentes del mercado ya anticipan mayor volatilidad cambiaria.