Un nuevo y preocupante hallazgo volvió a sacudir al litoral argentino: una ballena de aproximadamente diez metros fue divisada este lunes por la tarde en el río Paraná, muy cerca del puente Bartolomé Mitre, en la localidad de Zárate. El animal, que permanece casi sin movimiento, estaría atravesando un cuadro crítico.
La situación fue alertada por navegantes que dieron aviso a la Prefectura Naval. A partir del reporte, se activó un operativo que incluyó a personal de Defensa Civil, técnicos del Conicet y representantes de la Dirección Nacional de Fauna Silvestre, quienes arribaron al lugar para custodiar al animal y realizar los primeros estudios.
Aunque aún no se confirmó con exactitud la especie, se estima que se trataría de una ballena jorobada joven, como las detectadas recientemente en otros puntos de la región. La inmovilidad del cetáceo alimenta las sospechas de que se encuentra en estado de agonía, posiblemente luego de haber nadado más de 19 horas desde el océano por vías de agua dulce.
Este es el tercer episodio en menos de un mes que involucra a ballenas en zonas fluviales del país. A principios de julio, un ejemplar apareció muerto frente a las costas de Vicente López, en el Río de la Plata. Días después, otro cuerpo sin vida fue encontrado flotando en aguas cercanas a la Costanera Norte, en cercanías del Parque de la Memoria. En ese caso, se trataba de una ballena Sei joven.
La repetición de casos en tan poco tiempo encendió las alarmas entre científicos y autoridades ambientales. Desde el Conicet señalaron que se están evaluando distintas hipótesis para explicar el fenómeno. Una de las más fuertes apunta a una posible desorientación de los animales, provocada por cambios en las rutas migratorias debido a alteraciones climáticas, contaminación sonora submarina o alteraciones del hábitat.
Tampoco se descartan causas sanitarias, como infecciones o enfermedades que afecten su sistema de navegación natural, ni posibles colisiones con embarcaciones, especialmente en zonas con intenso tránsito de buques. Otra alternativa que se analiza es que algunos ejemplares hayan fallecido en altamar y sus cuerpos hayan sido arrastrados río arriba por corrientes inusuales.
Mientras continúan los estudios, el caso de Zárate mantiene en vilo tanto a la comunidad científica como a vecinos de la zona, que siguen de cerca la evolución de este gigante del agua que, lejos de su hábitat natural, lucha por sobrevivir.