Donald Trump arribó este lunes a Israel con una agenda marcada por gestos simbólicos y discursos de alto voltaje. En Jerusalén mantuvo un encuentro con los familiares de los rehenes liberados, un momento cargado de emoción, y luego fue recibido en la Knéset, donde los legisladores le tributaron una larga ovación antes de escuchar sus palabras.
El presidente estadounidense fue recibido oficialmente en el aeropuerto Ben Gurion por el primer ministro Benjamin Netanyahu y el presidente Isaac Herzog. Desde allí se trasladó a Jerusalén, con el propósito de estrechar lazos diplomáticos, manifestar respaldo a las familias afectadas y reafirmar su protagonismo en el proceso de negociación en Oriente Medio.
Ya en el parlamento israelí, Trump pronunció un discurso en el que sostuvo que su gestión está detrás del reciente avance diplomático entre Israel y Hamas, y describió lo ocurrido como “el fin de una era de terror y el inicio de una nueva etapa de esperanza”. Su intervención fue interrumpida en varias ocasiones por aplausos enfáticos de los diputados.
Durante su estadía, Trump también se comprometió con la reconstrucción de la Franja de Gaza, la liberación completa de los rehenes, y resaltó que espera que otros países de la región se sumen a esta nueva hoja de ruta para la paz. Su presencia en la Knéset marcó un hito: es poco común que un presidente estadounidense hable ante el parlamento israelí.
Aunque su visita es breve, los movimientos diplomáticos que acompaña tienen intenciones de largo alcance. Se lo ve como una jugada de peso para consolidar su plan por Gaza, reforzar alianzas estratégicas y proyectarse como árbitro central en el conflicto.