El barrio San Eduardo, ubicado en la zona noroeste de Rosario, atraviesa una situación crítica marcada por el abandono municipal, la acumulación de basura, el deterioro urbano y el crecimiento de la inseguridad. Los vecinos denuncian que, a pesar de los reclamos reiterados al Distrito Noroeste, las respuestas han sido mínimas y los problemas se profundizan.
Uno de los puntos más alarmantes es la presencia de un basural a cielo abierto que se extiende por varias cuadras. Según relató José, vecino del barrio en diálogo con VersiónRosario, desde la Municipalidad solo envían una pala mecánica para remover los residuos que arrojan tanto personas de la zona como habitantes de un asentamiento ubicado en la esquina del barrio. Esta acumulación genera un foco permanente de contaminación, con bolsas que vuelan por las calles, roedores, y hasta un desagüe tapado que provoca anegamientos cada vez que llueve.
A escasas seis cuadras, avanza la obra de ampliación de calle Newbery y la construcción del puente sobre el arroyo Ludueña. Sin embargo, los vecinos sienten que esa transformación urbana los excluye. “Vemos cómo progresa la infraestructura a pocos metros, pero a nosotros nos cortaron calle Wilde y ya no podemos cruzar hacia la zona del aeropuerto sin desviar varias cuadras”, explicó.
La inseguridad también se intensificó desde que fue retirado un destacamento móvil que antes patrullaba la zona. Desde entonces, los robos y hechos de violencia han ido en aumento. A esto se suma la consolidación de un barrio de emergencia en la esquina, donde originalmente había casillas precarias y hoy ya se levantaron viviendas de material. Según los vecinos, el asentamiento no solo incrementó los problemas de higiene, sino que también contribuyó a la sensación de desprotección.
Otro reclamo frecuente es el mal estado de las calles. El tránsito de colectivos como el 110 y el 146, que modificaron su recorrido por el barrio, dañó aún más un pavimento que ya era precario. “Estas calles no están preparadas para soportar el peso de los colectivos. Están llenas de pozos que llevan años sin arreglarse”, sostienen.
En medio de este panorama, una plaza recientemente inaugurada no logra cumplir su función. Los niños que juegan allí lo hacen rodeados de basura y ratas, sin condiciones mínimas de salubridad.
“Nos cansamos de reclamar y no obtener respuestas. No estamos pidiendo nada extraordinario: pagamos nuestros impuestos y merecemos vivir en un barrio limpio, seguro y transitable”, afirmó el vecino y recalcó que esperan soluciones urgentes por parte del municipio.