Las llamas reaparecieron en la zona de Granadero Baigorria y volvieron a teñir de naranja el horizonte ribereño. Durante la noche del martes, vecinos reportaron focos ígneos tanto en las banquinas de rutas de acceso como en las islas ubicadas frente a la ciudad, un fenómeno que genera preocupación cada vez que el fuego reaparece, aun en pleno invierno.
Desde distintos puntos de la ciudad, especialmente en el sector norte y la bajada Sargento Cabral, pudo verse una columna de humo densa que se elevaba desde el humedal del otro lado del Paraná. La escena fue registrada por celulares y compartida en redes sociales, donde se multiplicaron las imágenes del resplandor provocado por los pastizales en combustión.
En paralelo, también se detectaron focos en márgenes de rutas del cordón industrial, lo que motivó intervenciones de bomberos para evitar riesgos mayores, especialmente en zonas donde la vegetación seca actúa como combustible. No se reportaron evacuaciones ni interrupciones viales, pero las autoridades pidieron extremar la precaución.
Aunque los meses anteriores mostraron una merma en los incendios respecto a años anteriores, la llegada del frío no detuvo la propagación del fuego. En los primeros meses de 2025, uno de los focos más importantes se registró en la Isla de los Mástiles, al norte de Rosario, donde se quemaron más de siete kilómetros cuadrados de superficie.
Ahora, con el regreso de condiciones secas y vientos del norte, el peligro persiste. El Servicio Meteorológico Nacional advirtió que durante la jornada del miércoles se mantendrá una corriente cálida que podría arrastrar humo hacia zonas urbanas de la ribera santafesina, incluyendo Rosario, Baigorria y San Lorenzo.
A esto se suma un pronóstico sin lluvias y temperaturas invernales que, lejos de apagar el fuego, pueden contribuir a que se sostenga. “Con pastizales secos y falta de humedad en el ambiente, incluso una chispa alcanza para que todo prenda”, advirtieron desde el sistema de manejo del fuego de la región.
El episodio vuelve a encender las alarmas en Baigorria, donde cada año se repite la escena: el cielo cubierto de humo, el aire cargado de partículas y la noche invadida por un resplandor inquietante.