Una reconocida marca europea de gafas eligió Rosario para abrir su primer showroom en Argentina, invirtió en un local céntrico, obtuvo habilitación municipal y preparó el lanzamiento. Sin embargo, denuncias de algunas ópticas locales ante el Colegio de Ópticos de Rosario y un cambio súbito en las condiciones regulatorias por parte de la Municipalidad bloquearon la iniciativa antes de que pudiera vender su primer producto. Quienes encabezaron el proyecto hablaron con VersiónRosario y contaron cómo decidieron abandonar definitivamente la inversión y regresar a Europa.
La firma en cuestión es Polette, nacida en Europa, con base en Ámsterdam y un modelo disruptivo: diseño propio, comercialización online y precios accesibles. El formato previsto para Rosario era el de un showroom, un espacio donde los clientes pudieran probarse los productos y luego comprarlos por Internet, sin venta directa, sin caja, sin efectivo. “Es como el Zara de los lentes en Europa, productos muy buenos, con excelentes diseños, y baratos”, explicó a este medio Gonzalo Miquelez, el emprendedor que traía la marca directa desde Ámsterdam, donde reside hace más de diez años. Aclaró además que dado su modelo de negocios innovador no competían con ninguna óptica tradicional de la ciudad.
La inversión se concentró en un local ubicado en Córdoba entre Italia y Dorrego, en pleno Paseo del Siglo. El lugar fue reacondicionado a nuevo con diseño de un arquitecto europeo, doble planta y una importante cifra de dinero destinada a su remodelación. La Municipalidad otorgó una habilitación temporaria por seis meses bajo la categoría solicitada, sin exigencias iniciales vinculadas al Colegio de Ópticos.
En la página web oficial de Polette a nivel mundial, Rosario ya figuraba como el primer destino en Argentina bajo el rótulo “coming soon”, próximamente en inglés. La ciudad iba a sumarse a una red internacional de showrooms presentes en capitales globales como París y Lille en Francia; Ámsterdam en Países Bajos; Londres en Reino Unido, entre otras grandes urbes mundiales. El anuncio posicionaba a Rosario dentro de un circuito de vanguardia en diseño y comercialización de gafas, elevando las expectativas tanto del público como del equipo detrás del proyecto.
Todo cambió luego de que una nota periodística anunciara el desembarco de la marca en la ciudad. A partir de ese momento, comenzaron las denuncias por parte de ópticas locales, señalando que el emprendimiento operaría sin profesional matriculado, condición obligatoria según la normativa provincial.
La situación dejó en evidencia aparentes inconsistencias en los procedimientos municipales de habilitación. En un principio, la Municipalidad de Rosario otorgó una habilitación temporaria por seis meses, lo que permitió que el showroom abriera sus puertas por unos días. Sin embargo, tras el acercamiento del Colegio de Ópticos a las autoridades locales para manifestar su disconformidad con el desembarco de Polette, el sistema online de habilitaciones incorporó de manera inmediata un nuevo requisito: contar con la habilitación del Colegio Profesional correspondiente. La evidencia de esta modificación queda reflejada en los registros del trámite oficial, donde el 15 de mayo de 2025 aparece solicitada la “Habilitación del Colegio Profesional”, un requerimiento que no figuraba inicialmente al momento de iniciar el expediente.
Además de la exigencia profesional, la ley prohíbe la instalación de nuevas ópticas a menos de 200 metros de una preexistente. Esa norma, sumada a la imposibilidad de publicitar promociones, instalar carteles visibles de “Oferta” en ópticas o vender por Internet, terminó por desarticular el modelo completo. “Queríamos traer algo nuevo, pero nos chocamos con una estructura pensada para que nada cambie”, señalaron y agregaron: “Si empezábamos por Buenos Aires no hubiesemos tenido todos estos problemas, pero quisimos apostar por Rosario para hacerle un bien a la ciudad y así nos fue”.
Frente a esa situación, decidieron cancelar el proyecto, cerrar el local y regresar a Europa, donde residen hace más de diez años. “Rosario no está lista para inversiones sanas y transparentes. Todo es basura cara, como decimos entre nosotros y esperamos no ofender a nadie. Productos mediocres, servicios limitados y un sistema lleno de restricciones absurdas. Lamentamos no haber podido apostar por Rosario, porque fue la ciudad elegida con entusiasmo. Pero todo terminó siendo una pérdida de tiempo y dinero”, manifestaron.
En el testimonio brindado a este medio, quienes impulsaron Polette en el país fueron categóricos con su diagnóstico. Calificaron a distintos rubros como “mini mafias” que protegen privilegios a costa de impedir el ingreso de competencia o innovación. “Hay mafia de las ópticas, de los supermercados, de las farmacias, de los helados, de los servicios. Cualquier intento de hacer algo diferente es bloqueado por intereses que trabajan en conjunto para sostener el statu quo y evitar la proliferación de la competencia, que muchas veces trae un producto mejor a lo que ellos ofrecen y a un menor precio para el consumidor”.
La empresa no tiene planes de reubicarse en otra ciudad argentina. Sin embargo, marcaron que, si bien Rosario impone una densa red de barreras impulsada por comerciantes locales y regulaciones absurdas, otras localidades podrían ofrecer escenarios más favorables.
“Polette no llegó a inaugurar ni a vender un solo par de gafas en Rosario, pero nuestro caso deja un mensaje claro cuando una ciudad impone obstáculos a lo distinto, no solo se pierde una oportunidad comercial; se clausura la posibilidad de ofrecerle al consumidor más opciones, mejores precios y libertad real de elección”, afirmaron y concluyeron: “Ojalá algún día las cosas cambien, y se pueda competir de verdad. Nosotros, por ahora, cerramos la puerta y volvemos a Europa donde se vive otra realidad comercial”.
