Israel concretó en la madrugada de este viernes una operación militar de gran envergadura sobre territorio iraní, con el propósito de afectar de manera directa la infraestructura nuclear y alcanzar a figuras clave del aparato militar del régimen islámico. La ofensiva, denominada “Operación Nación de Leones”, incluyó ataques aéreos sobre instalaciones nucleares estratégicas y provocó la muerte de altos mandos de la Guardia Revolucionaria.
El operativo, que se venía especulando desde principios de semana, se desarrolló en múltiples puntos del país persa. Las ciudades de Teherán, Natanz y Fordow fueron epicentro de fuertes explosiones. Las dos últimas albergan complejos nucleares subterráneos considerados entre los más sensibles del programa iraní. Según fuentes de inteligencia, estas instalaciones, que hasta ahora eran consideradas casi impenetrables, sufrieron daños significativos cuyo alcance aún debe ser evaluado.
Una fuente con acceso a información reservada aseguró que la ofensiva no fue únicamente aérea. El Mossad, la agencia de inteligencia israelí, habría intervenido previamente los sistemas de defensa iraníes, posiblemente mediante sabotajes o ciberataques, para facilitar la incursión. Aunque el régimen iraní intentó activar sus mecanismos de defensa, no logró impedir la incursión israelí.
En un mensaje oficial, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu confirmó que el objetivo de la operación fue desmantelar el núcleo operativo del programa de enriquecimiento de uranio de Irán y debilitar la capacidad del país para fabricar armas nucleares. A la par, Israel activó sus sistemas de defensa y emitió alertas internas ante posibles represalias.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) declararon que la ofensiva se basó en información de inteligencia precisa y que en su primera etapa fueron atacados múltiples objetivos militares, incluyendo sitios nucleares estratégicos. La operación fue también presentada como una respuesta a los constantes actos de hostilidad del régimen iraní.
El impacto no fue únicamente estructural. En el marco del operativo, Israel logró eliminar a figuras centrales de la jerarquía militar iraní. Entre los más relevantes, se confirmó la muerte del general Mohammad Bagheri, alto mando de la Guardia Revolucionaria y enlace clave del programa de drones iraníes que abastece a Rusia en su guerra contra Ucrania. También fue abatido el general Hossein Salami, comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria y sucesor de Qasem Soleimani, hecho confirmado por la televisión estatal iraní.
A estos nombres se suman otras bajas relevantes: Amir Alí Hajizadeh, comandante de la Fuerza Aérea de la Guardia Revolucionaria; Gholam Ali Rashid, responsable del Comando Khatem al-Anbiya; y dos influyentes científicos del sector nuclear: Mohammad-Mehdi Tehranchi y Fereydoun Abbasi.
La operación representa un golpe demoledor para la estructura de poder militar y científico del régimen de los ayatolás. En los últimos meses, Israel ya había asestado duras derrotas a sus enemigos regionales, incluyendo la eliminación de figuras como Hassan Nasrallah (Hezbollah), Ismail Haniya (Hamas) y Yahya Sinwar, cerebro del ataque del 7 de octubre.
Desde Jerusalén, el jefe del Estado Mayor israelí, Eyal Zamir, expresó: “Quien nos desafíe, pagará un alto precio. Esta operación busca garantizar un futuro más seguro para Israel y su gente”.
En Washington, la tensión escaló. Aunque hasta el jueves no se había cancelado oficialmente la próxima ronda de diálogo con Irán para retomar el acuerdo nuclear, analistas señalaron que las posibilidades de retomar las negociaciones se diluyen. “Esto es un punto final”, aseguró un experto consultado por la prensa estadounidense.
