La Convención que debate la reforma constitucional en Santa Fe tuvo un condimento inesperado en la última jornada: Amalia Granata irrumpió en el recinto con una gorra que llevaba estampada la palabra “Sinvergüenzas”. El gesto no pasó desapercibido y rápidamente encendió la polémica entre los convencionales, reavivando viejas tensiones con Felipe Michlig, referente del oficialismo y uno de los principales defensores de los cambios impulsados por el gobernador Maximiliano Pullaro.
Granata, diputada de “Somos Vida y Libertad”, ya había expresado su rechazo a la reforma a la que califica de “traje a medida” para consolidar el poder político en la provincia. La gorra fue, en ese marco, un símbolo de su protesta y un modo de visibilizar ante la prensa su crítica al proceso. “Esto no es para los santafesinos, es para beneficiar a unos pocos”, deslizó luego en declaraciones a los medios, donde insistió en señalar que la Convención actúa bajo intereses partidarios.
El cruce con Michlig se dio cuando el legislador radical pidió respeto al recinto y cuestionó las formas elegidas por la diputada. Granata respondió que el verdadero irrespeto era avanzar con una reforma “sin consenso social” y con fines que, a su entender, no responden a las urgencias de la ciudadanía. El episodio, con tintes teatrales, volvió a mostrar la fractura entre el oficialismo y los sectores opositores más duros, que se diferencian no sólo en el contenido de los artículos reformados, sino también en la legitimidad política del proceso.
La Convención continúa con un temario cargado, donde se discuten puntos sensibles vinculados a la Justicia, la organización del Estado y la autonomía de organismos de control. En paralelo, los gestos políticos dentro del recinto se transforman en mensajes hacia afuera, en un escenario que cada día se asemeja más a un ring donde se cruzan proyectos, estrategias y hasta símbolos. La gorra de Granata terminó siendo el centro de atención de la jornada, dejando en claro que en esta reforma nada está librado al azar y que la pulseada por el relato político también se juega en cada detalle.