El gobierno francés aprobó este lunes la reforma jubilatoria que asciende la edad de 62 a 64 años para el 2030 y el adelanto a 2027 de la exigencia de cotizar 43 años, en lugar de 42, para cobrar una pensión completa.
Macron ya había aprobado la reforma por decreto la semana pasada tras su media sanción en el Senado ante el temor a su rechazo en la Asamblea Nacional, donde la votación se evitó gracias a que la primera ministra Élisabeth Borne invocó un artículo constitucional que da al presidente tal potestad.
Las votaciones constituyen un triunfo para Macron pero quizás a un costo muy alto para un presidente acusado de autoritario por sus críticos y al que aún le falta la mayor parte de su segundo mandato, ya que la reforma jubilatoria es rechazada por dos de cada tres franceses, quienes se han manifestado en masivas propuestas y al menos nueve huelgas generales en lo que va del año 2023.
Francia tiene una de las edades de jubilación más bajas de la Unión Europea y, en un contexto de mayor esperanza de vida el gobierno defiende que la reforma permitirá lograr el “equilibrio” en la caja de las pensiones para 2030. Por su parte, la izquierda francesa prepara recursos ante el Consejo Constitucional para retrasar su aplicación y estudia iniciativas para promover un referéndum sobre la misma.