El invierno rosarino dejó en evidencia una realidad preocupante: se incrementaron los pedidos de ayuda por parte de familias y personas en situación de vulnerabilidad. Según estimaciones municipales, las intervenciones sociales en la vía pública crecieron un 24 % respecto al mismo período del año anterior.
Los pedidos más habituales incluyeron raciones de comida, ropa de abrigo, atención a personas en situación de calle y acompañamiento social en barrios de alta precariedad. El aumento de la demanda se atribuye a las bajas temperaturas, el encarecimiento del costo de vida y el deterioro generalizado de las condiciones económicas.
Ante este escenario, se reforzaron los operativos nocturnos y las recorridas territoriales, especialmente en las zonas donde se registran mayores niveles de exclusión. Equipos sociales trabajaron para brindar contención, asistencia directa y orientación a quienes lo necesitan, en muchos casos articulando con organizaciones barriales y entidades comunitarias.
En algunos barrios, el acceso a recursos básicos como calefacción, alimentos o atención médica resulta limitado. Allí, las redes estatales y sociales intentan dar respuesta a una emergencia que trasciende lo coyuntural y refleja una crisis estructural.
Desde los equipos de trabajo reconocen que el desafío va más allá del invierno. La meta es construir un sistema de asistencia más robusto, que no solo atienda las urgencias, sino que ofrezca herramientas para reducir la vulnerabilidad de manera sostenida en el tiempo.