Una gran mancha marrón apareció en las aguas del río Paraná, a la altura de la ciudad bonaerense de San Pedro, despertando preocupación entre vecinos y ambientalistas. La alteración en el color habitual del curso de agua fue registrada a simple vista, marcando una diferencia notable respecto al marrón característico del canal principal. Si bien no se confirmó que toda la mancha sea producto de vertidos cloacales, distintos análisis indican que una parte importante de su composición está relacionada con efluentes sin tratamiento.
San Pedro arrastra un problema estructural desde hace décadas: su planta de tratamiento de líquidos cloacales lleva al menos 30 años fuera de funcionamiento. Entre 2022 y 2024, distintos informes dieron cuenta de “altos niveles de contaminación” en el frente costero de la localidad. En ese contexto, el Departamento de Delitos Ambientales de la Policía Federal recolectó muestras en la zona limítrofe con Baradero, las cuales arrojaron resultados alarmantes: se detectaron niveles elevados de coliformes fecales y presencia de escherichia coli, superando ampliamente los valores permitidos.
El fiscal federal Matías Di Lello tomó intervención de oficio e informó que la planta depuradora se encuentra totalmente inactiva. El líquido cloacal es desviado mediante un bypass directamente al río, en una zona utilizada con fines recreativos y cercana al puerto local.
El juez federal Carlos Villafuerte Ruzo, a cargo de la investigación, ordenó tomar declaración a varios funcionarios municipales actuales y anteriores. Entre ellos se encuentran el actual secretario de Obras y Servicios Públicos, el director de Servicios Sanitarios, y dos ex funcionarios que cumplieron funciones hasta diciembre de 2023. La Justicia busca determinar las responsabilidades en el abandono prolongado de la infraestructura sanitaria y sus consecuencias ambientales.
La situación en San Pedro no es un caso aislado. Rosario enfrenta una problemática similar, al igual que San Nicolás, donde existe una planta depuradora que, si bien construida, opera con serias deficiencias por falta de mantenimiento. El denominador común es el vertido de aguas residuales al río sin el tratamiento adecuado, una práctica que pone en riesgo la salud pública y el ecosistema del Paraná.
Vecinos, organizaciones ambientales y sectores de la Justicia coinciden en la urgencia de revertir este escenario, donde la ausencia de políticas sostenidas en materia de saneamiento urbano tiene un impacto directo sobre uno de los ríos más importantes del continente.