Desde los comienzos del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, las mediciones del INDEC han estado bajo la lupa planteando que los indicadores se ajustaban a determinadas variables que generaban una visión sesgada en cuanto a número final en determinadas categorías.
Eso es lo que está advirtieron el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, quienes plantean que el método de medición de la pobreza y la indigencia, hoy está arrojando números que no se condicen con la realidad social circundante.
En un comunicado presentado en sus cuentas oficiales, desde el ODS de la UCA Plantean que según el reciente informe del INDEC las tasas de pobreza e indigencia en los principales centros urbanos correspondientes al primer semestre del 2025 se habrían ubicado en un 31,6% y en un 6,9% de la población respectivamente. Estas cifras implican una reducción significativa respecto del 52.9% y del 19.1% registrados un año atrás.
Esta buena noticia debe interpretarse en el marco de un proceso de estabilización macroeconómica caracterizado por la desaceleración de la inflación y por un menor incremento en los precios de los bienes que integran las canastas básicas de consumo en comparación con el índice general. Este cambio en los precios relativos alivió el gasto de los hogares más vulnerables y favoreció una recuperación estadísticamente verificable en los indicadores de ingresos y pobreza frente a la crítica situación de finales de 2023 y comienzos de 2024.
No obstante, es importante diferenciar entre el fenómeno de la pobreza y su instrumento de medición. En contextos de alta volatilidad, tanto por fuertes incrementos en los precios como ante la desaceleración inflacionaria, la medición de la pobreza por ingresos tiende a ser menos precisa. Un análisis más cuidadoso de la serie estadística oficial sugiere que, aunque la caída de la pobreza es real, su magnitud se encuentra sobrerrepresentada.
Finalmente el comunicado plantea que esto se explica, en primer término, por una mayor captación neta de ingresos laborales y no laborales por parte de la Encuesta Permanente de Hogares (INDEC), derivada tanto de cambios en el cuestionario como de un mejor registro en un escenario de menor inflación. Este avance metodológico, que debe ser valorado positivamente, condiciona, no obstante, la comparabilidad con series de ingresos, indigencia y pobreza previas.