Lo que debía ser un procedimiento rutinario terminó convertido en un episodio de violencia y humillación. Un hombre de 32 años fue interceptado en la zona de Pichincha por dos efectivos del Comando Radioeléctrico cuando se dirigía a encontrarse con amigos. Lo que parecía un simple pedido de identificación derivó en golpes, amenazas y un robo brutal.
Según relató la víctima, los policías comenzaron con insultos y agresiones físicas: uno de ellos lo golpeó en las costillas y el abdomen, lo sujetó del cuello y lo amenazó de muerte. Ante la presión, el joven entregó dinero en efectivo, pero la situación se agravó cuando lo esposaron y lo obligaron a llevarlos hasta su vivienda. Allí, bajo coerción, le sustrajeron una suma importante de dólares que guardaba en su departamento.
El fiscal a cargo imputó a los uniformados por detención ilegal, amenazas calificadas y robo agravado. Durante la audiencia, un juez ordenó la prisión preventiva por 60 días y dispuso que ambos sean sometidos a peritajes psiquiátricos, a pedido de la fiscalía y de sus propias defensas. Los acusados, en tanto, se negaron a declarar.
El caso generó conmoción en la fuerza policial, ya que los involucrados son jóvenes oficiales que apenas iniciaban su carrera. El episodio pone en cuestión los mecanismos de control interno y la formación de quienes tienen la responsabilidad de velar por la seguridad ciudadana.