En las últimas semanas, las naftas subieron entre un 5 % y un 6 % en distintas estaciones de servicio del país. A la vez, las empresas dejaron de informar oficialmente esos ajustes desde junio, cuando el Gobierno eliminó la obligación de publicar los cambios. Eso implica que los consumidores ya no cuentan con una fuente confiable para comparar precios a diario.
Antes se podía ver el valor del combustible casi en tiempo real mediante una app llamada “Precios en Surtidor”, que recogía datos de más de 5.000 estaciones, pero ya no funciona.
Las compañías, entre ellas YPF, Shell (Raízen), Axion y Puma, aplican lo que se denomina “micropricing”, es decir, ajustes de precio pequeños y frecuentes, que pueden variar de acuerdo al horario o la zona. En los últimos cuarenta y cinco días esas variaciones acumuladas llegan al 6 %.
Los factores que impulsan las subas son varios: el precio internacional del petróleo, el dólar, los biocombustibles que se usan en las mezclas, y los impuestos. Las últimas oscilaciones cambiarias, sumadas al encarecimiento del crudo por conflictos geopolíticos, intensificaron esas presiones.
También se advierte una baja en la venta de combustibles: en julio hubo una caída del 1,2 % en comparación con el mismo mes del año anterior, lo que corta una racha de crecimiento de cuatro meses. Los usuarios están optando más por la nafta súper o el GNC, dejando de lado las versiones premium que resultan mucho más costosas.